Comenzamos nuevo tema. Antes de empezar a estudiar, puedes ver el capítulo de Memoria de España donde se recogen los contenidos del tema, pulsa este enlace. O, si prefieres, una versión resumida.
Este mismo vídeo lo puedes tener con cuestiones en Edpuzzle
Dentro del Sexenio Democrático, desde el reinado de Amadeo de Saboya, puedes acceder al vídeo aquí.
La presentación que utilizamos en clase la puedes encontrar en este otro enlace. O bien pulsa en la imagen:
Para poder centrarnos en este tema, os añado un esquema muy claro y sencillo de Daniel Gómez Valle
Y unos ejes cronológicos, del reinado de Isabel II y del Sexenio Democrático:
1.- EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL SEXENIO DEMOCRÁTICO
A) REVOLUCIÓN DE 1868
La caída de la monarquía de Isabel
II se debió al desgaste de su reinado y a su preferencia por los gobiernos
moderados, que hizo que tuvieran el poder casi en exclusiva durante el reinado
de Isabel II. Los partidos progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende (1866), al que después
se une la Unión Liberal. El objetivo de este Pacto era el derrocamiento de
Isabel II.
El levantamiento tuvo lugar en Cádiz,
en septiembre de 1868. Los generales Prim
(progresista) y Serrano (Unión
Liberal), junto al almirante Topete
(progresista) y otro grupo de militares encabezaron un pronunciamiento contra
Isabel II. Inmediatamente publicaron un manifiesto para conseguir el apoyo de
los españoles. Este manifiesto acababa con el grito de “¡Viva España con honra!”.
Las tropas levantadas contra Isabel
se enfrentan a las que la apoyaban en la batalla de Alcolea, venciendo los
sublevados. La reina Isabel II abandonó el país y se exilió en Francia.
B) EL GOBIERNO PROVISIONAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1869. REGENCIA DE SERRANO
a) Primeras medidas del gobierno
provisional
El gobierno
provisional estaba presidido
por el general Serrano, con ministros progresistas y unionistas, como Prim,
Sagasta, Ruiz Zorrilla y Figuerola. Se disolvieron las juntas revolucionarias y se
restableció el orden. A través del ministro de Hacienda Laureano Figuerola,
se fijaron medidas para salir de la crisis, como una nueva unidad monetaria (la
peseta) y la supresión de los consumos cambiándolo por un tributo
personal, proporcional a la renta de cada contribuyente. Se celebraron elecciones
a Cortes constituyentes, con sufragio universal para los varones
mayores de 25 años.
b) Constitución de 1869
Tras meses de debate, sobre todo
entre las opciones monárquicas y republicanas, la nueva Constitución fue
promulgada en 1869. Proclamaba la soberanía nacional e instauraba
una monarquía democrática. Incorporaba una amplia declaración de
derechos y libertades: reunión, asociación, expresión, sufragio universal, libertad
de cultos, aunque el Estado debía mantener el culto católico. Las Cortes
eran bicamerales, Congreso y Senado, elegidos ambos por sufragio universal.
La función legislativa correspondía a las Cortes, mientras al rey solo le
tocaba sancionarlas y publicarlas. Se estaba, por tanto, ante una monarquía
nueva, democrática, que ejercía el poder ejecutivo, sin atribuciones en
el ámbito legislativo, aunque si contaba con la potestad de disolver las
Cortes.
La
Constitución tuvo un fuerte rechazo. Los republicanos se oponían al
principio monárquico y al mantenimiento del culto católico; y los católicos rechazaban
la libertad religiosa.
c) Regencia de Serrano
Aprobada la Constitución, el general Serrano fue elegido regente,
mientras Prim asumía la jefatura del gobierno. El nuevo gobierno se
encontraba con una Hacienda llena de deudas y sin recursos, además tuvo que
enfrentarse a otros problemas:
a) La insurrección de Cuba o
Guerra Larga de Cuba. En octubre de 1868 había estallado la llamada “Guerra
Larga de Cuba o de los diez años” (1868–1878) a favor de la independencia
de Cuba (“grito de Yara”), pedían la abolición de la esclavitud,
mayor representación política en España, posteriormente, también la
independencia.
b) Las sublevaciones republicanas,
a favor del federalismo, por tierras de Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
Estaban a favor de una España federal y al defender la supresión de las quintas y del impuesto de consumos, ahora sustituido por el de
tributación personal, contaban con el apoyo de las masas populares.
c) La búsqueda de un rey. No fue fácil y
finalmente el gobierno de Prim se decidió por Amadeo de Saboya y tras
aceptar éste la corona española, el nuevo monarca obtuvo el reconocimiento de
las Cortes (noviembre de 1870) por un total de 191 votos a favor, 100 negativos
(de ellos, 60 para la República federal y otros candidatos) y 19 abstenciones.
C) EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA (DICIEMBRE 1870 – FEBRERO DE 1873)
Elegido rey por el empeño del general
Prim, Amadeo de Saboya desembarcaba en Cartagena el día 30 de diciembre de
1870. En ese mismo día fallecía Prim, víctima de un atentado sufrido en
Madrid tres días antes.
Desaparecía así su principal valedor y el
partido progresista quedaba dividido y con dos líderes enfrentados (Sagasta y
Ruiz Zorrilla). A la Guerra en Cuba se unió la Tercera Guerra Carlista (1872-1876),
iniciada cuando Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, entraba en España
por Navarra con la intención de ser rey de España.
El reinado de Amadeo de Saboya se
caracterizó por la inestabilidad política. Amadeo se encontró ante un
amplio frente de rechazo, que terminó contribuyendo a que decidiera
renunciar al trono español.
Por la derecha: carlistas,
lanzados a la guerra, activos en el País Vasco y Navarra; "alfonsinos",
grupo conservador y partidarios de la vuelta de los Borbones en la figura de
Alfonso, hijo de Isabel II; el clero, que consideraba al rey –por ser
Saboya– enemigo del papado y responsable de la reducción territorial de la
Santa Sede.
Por la izquierda: los republicanos,
procedentes del partido demócrata, reclamaban reformas más radicales en lo
político, económico y social, además de anticlericales; y las sociedades
obreras españolas, que se habían incorporado a la Asociación Internacional
de Trabajadores (AIT).
La
gota que colmó el vaso fue la oposición del rey a la aprobación de una ley
propuesta por el gobierno, que reformaba el arma de artillería. Aprobada por el
Congreso, el 7 de febrero, Amadeo firmó el decreto, pero renunció a la Corona. El
día 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado, en sesión conjunta,
constituida en Asamblea nacional, asumía todos los poderes y proclamaba
la República.
Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
D) LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (FEBRERO 1873 – ENERO 1874)
La Republica nacía en un momento lleno de dificultades: una
Hacienda sin fondos y llena de deudas, dos guerras abiertas (la carlista y en
Cuba), movilizaciones de obreros (en Cataluña) y campesinos (en Andalucía). Hubo
cuatro presidentes en menos de un año: Figueras,
Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
Estanislao Figueras fue el primer jefe de
gobierno donde figuraban ministros republicanos y progresistas radicales. En
marzo se disolvió la Asamblea, tras haber aprobado la abolición de la esclavitud
en Puerto Rico y haber suprimido las quintas, aunque se mantenían la
guerra contra los carlistas y en Cuba. También quedaron convocadas las
elecciones a Cortes constituyentes que debían decidir si la República
sería unitaria o federal. Celebradas en el mes de mayo triunfan los
republicanos federales, con un alto porcentaje de abstención.
Entre los republicanos no sólo había diferencias entre federales
y unitarios sino también entre los mismos federales. La organización
de España debía esperar a una nueva Constitución. Sin embargo, los más
exaltados deseaban implantar un Estado federal de abajo arriba, es decir, a
partir de los cantones, sin esperar a la nueva Constitución. Para otros,
los que defendían la legalidad, querían seguir la vía constitucional para el
establecimiento del Estado federal en España.
Cantonalismo y tercera guerra carlista.
En los primeros días de junio, Pi y Margall pasó a ser el
nuevo presidente. El país se enfrentaba a las dos guerras y entró en un proceso
revolucionario que terminaría provocando el hundimiento de la República.
Hubo una huelga general en Alcoy que derivó había una insurrección
obrera. Y, sobre todo, tuvo lugar la revolución cantonalista, cuando
en diversas poblaciones proclamaban su cantón independiente del poder central.
El primero en proclamarse fue el cantón de Cartagena. Días después el
movimiento se extendía a Valencia y a diversas localidades de Andalucía.
Mapa de los levantamientos cantonales (1873-74)
Pi y Margall se vio desbordado y
decidió dimitir. El nuevo gobierno, presidido por Nicolás Salmerón, a
través de los generales Pavía (en Andalucía) y de Martínez Campos (en
la zona de Valencia), puso fin a la insurrección cantonal, menos en Cartagena,
donde los cantonales, al contar con la escuadra y el arsenal, se hicieron
fuertes.
Salmerón
dimitió a comienzos de septiembre por problemas de conciencia –no quiso firmar
unas penas de muerte-; en septiembre era elegido como nuevo presidente
del gobierno Emilio Castelar, dispuesto a seguir profundizando en la vía
del restablecimiento del orden. Reforzó al ejército, se enfrentó a los
cantonalistas de Cartagena y a los carlistas del norte. El giro a la derecha de
Castelar y su llamada al ejército para que mantuviera el orden llevaron a los
diputados de izquierda –los federales intransigentes– a procurar su dimisión.
En efecto, en las Cortes, en la noche del 2 al 3 de enero de 1874,
cuando Castelar acababa de dimitir y se procedía a votar al nuevo gobierno, las
tropas del general Pavía, con fuerzas de la Guardia Civil, irrumpían en
el Congreso dispersando a los Diputados. Con este golpe de Estado quedaban disueltas las Cortes Constituyentes
poniéndose fin a la I República. Se abría un período de transición, la dictadura
del general Serrano (1874) que dará lugar a la Restauración Borbónica.
E) LA REPÚBLICA DE SERRANO (ENERO – DICIEMBRE DE 1874)
En sustitución se estableció una nueva República presidida por el general Serrano, de signo
autoritario, sin Cortes ni
Constitución alguna, que se prolongó a lo largo de 1874. Logró acabar con
el cantón de Cartagena, disolvió las huelgas obreras y se enfrentó con éxito a
los carlistas.
Los alfonsinos, dirigidos por Cánovas del
Castillo, ganaban cada vez más adeptos. El 29 de diciembre de 1874 el
general Martínez Campos se pronunciaba en Sagunto a favor del
príncipe Alfonso, hijo de Isabel II,
en quien esta había abdicado. El 14 de enero, Alfonso XII entraba en Madrid bajo un apoteósico recibimiento. Una
nueva etapa histórica, la Restauración, daba comienzo en nuestro país.
El fracaso de la República se debió a las
divisiones internas entre los propios republicanos (unionistas frente a
federalistas; federalistas frente a cantonalistas) y a las guerras en que se
vio envuelta (Tercera guerra carlista, guerra de los diez años en Cuba, cantonalismo).
También, la burguesía, que había iniciado el proceso revolucionario, dio un
giro conservador ante el desorden y las primeras reivindicaciones de los movimientos
obreros.
2.- LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
EN EL SIGLO XIX: AGRICULTURA, INDUSTRIA Y TRANSPORTES.
En cuanto a la economía, el siglo XIX español se caracterizó por ser un periodo de crecimiento lento y de atraso comparado con la evolución del resto de países industrializados de Europa occidental, España era incapaz de competir en el mercado exterior.
2.1. TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA.
Los gobiernos liberales del siglo XIX, especialmente los progresistas, tuvieron como uno de sus objetivos iniciar la reforma del régimen de la propiedad de la tierra (reforma agraria) y la introducción de innovaciones técnicas en los cultivos.
Por todo esto se promovió una Reforma Agraria Liberal, que se llevó a cabo a través de un conjunto de medidas: abolición de los señoríos y derechos jurisdiccionales, desamortizaciones (Mendizábal, Madoz). Tras estas reformas, la tierra paso a ser una mercancía que podía ser vendida y comprada libremente.
La reforma más importante fue la desamortización: el Estado expropia tierras para su posterior subasta con el fin de liberalizar la tierra. Hubo dos momentos claves: la desamortización de Mendizábal (1836), que afectó a las propiedades del clero y cuyos objetivos eran obtener fondos para ganar la guerra carlista y sanear la Hacienda; y la desamortización de Madoz (1855), que también afectó a las tierras comunales de los Ayuntamientos. La abolición de los señoríos y la desvinculación de la propiedad completan el intento de reforma agraria liberal, con la que se perdió una gran ocasión para redistribuir la tierra, ya que los grandes lotes de tierra sólo pudieron ser comprados por la burguesía y la alta nobleza, consolidando la propiedad privada y la proletarización del campesinado.
Pero las desamortizaciones no significaron la perdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señores pues, a excepción de algunas zonas, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas (funcionarios, militares, comerciantes…). No se creó, por tanto, una clase media en el ámbito rural.
Se puede afirmar que la consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras. Los cereales fue el cultivo que más se expandió, pues representaba el 80% de la tierra cultivada. El segundo gran protagonista fue la vid, que se convirtió en un producto de exportación, junto con el aceite y los cítricos. Destaca también el maíz y la patata en el norte. En cuanto a la ganadería descendieron sobre todo la lanar y la ovina, creciendo la cabaña porcina.
El aumento de la producción agrícola se consiguió por el incremento de la superficie cultivada, no por la modernización de las técnicas de cultivo que continuaron atrasadas con respecto a las innovaciones que se estaban produciendo en los países más avanzados de Europa.
Aparecieron minifundios en la submeseta norte y en Galicia, cuya producción era insuficiente para alimentar a una familia, con lo cual toda la producción se destinaba al autoconsumo sin posibilidad de vender el excedente en el mercado. Y los latifundios se formaron en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía donde los grandes propietarios solo querían la obtención de fáciles beneficios.
Sigue predominando el cultivo cerealista, con técnicas tradicionales (modelo extensivo, poca tecnificación), experimentando la vid un crecimiento a finales de siglo por la filoxera francesa. Sobresalen también los productos comerciales como el aceite y los cítricos.
Sin embargo, y a pesar de que la economía española seguía siendo fundamentalmente agraria, algunas zonas de la Península iniciaron el camino hacia la industria moderna.
2.1. TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA.
Los gobiernos liberales del siglo XIX, especialmente los progresistas, tuvieron como uno de sus objetivos iniciar la reforma del régimen de la propiedad de la tierra (reforma agraria) y la introducción de innovaciones técnicas en los cultivos.
Por todo esto se promovió una Reforma Agraria Liberal, que se llevó a cabo a través de un conjunto de medidas: abolición de los señoríos y derechos jurisdiccionales, desamortizaciones (Mendizábal, Madoz). Tras estas reformas, la tierra paso a ser una mercancía que podía ser vendida y comprada libremente.
La reforma más importante fue la desamortización: el Estado expropia tierras para su posterior subasta con el fin de liberalizar la tierra. Hubo dos momentos claves: la desamortización de Mendizábal (1836), que afectó a las propiedades del clero y cuyos objetivos eran obtener fondos para ganar la guerra carlista y sanear la Hacienda; y la desamortización de Madoz (1855), que también afectó a las tierras comunales de los Ayuntamientos. La abolición de los señoríos y la desvinculación de la propiedad completan el intento de reforma agraria liberal, con la que se perdió una gran ocasión para redistribuir la tierra, ya que los grandes lotes de tierra sólo pudieron ser comprados por la burguesía y la alta nobleza, consolidando la propiedad privada y la proletarización del campesinado.
Pero las desamortizaciones no significaron la perdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señores pues, a excepción de algunas zonas, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas (funcionarios, militares, comerciantes…). No se creó, por tanto, una clase media en el ámbito rural.
Se puede afirmar que la consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras. Los cereales fue el cultivo que más se expandió, pues representaba el 80% de la tierra cultivada. El segundo gran protagonista fue la vid, que se convirtió en un producto de exportación, junto con el aceite y los cítricos. Destaca también el maíz y la patata en el norte. En cuanto a la ganadería descendieron sobre todo la lanar y la ovina, creciendo la cabaña porcina.
El aumento de la producción agrícola se consiguió por el incremento de la superficie cultivada, no por la modernización de las técnicas de cultivo que continuaron atrasadas con respecto a las innovaciones que se estaban produciendo en los países más avanzados de Europa.
Aparecieron minifundios en la submeseta norte y en Galicia, cuya producción era insuficiente para alimentar a una familia, con lo cual toda la producción se destinaba al autoconsumo sin posibilidad de vender el excedente en el mercado. Y los latifundios se formaron en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía donde los grandes propietarios solo querían la obtención de fáciles beneficios.
Sigue predominando el cultivo cerealista, con técnicas tradicionales (modelo extensivo, poca tecnificación), experimentando la vid un crecimiento a finales de siglo por la filoxera francesa. Sobresalen también los productos comerciales como el aceite y los cítricos.
2.2. LA INDUSTRIALIZACIÓN
El proceso de industrialización en la España del siglo XIX sufrió un notable retraso con respecto a los países que lideraron la Revolución Industrial. Las causas de este retraso hay que buscarlas en:
- La escasa capacidad de compra de la población española.
- La falta de inversiones y la ausencia de una burguesía industrial y emprendedora en muchas regiones.
- La escasez de fuentes de energía: pocos cursos de agua aprovechables para obtener energía hidráulica y un carbón de mala calidad.
- Los problemas del transporte derivados de la ausencia de buenas carreteras y el retraso en la implantación del ferrocarril.
- La posición alejada de España respecto a los núcleos más industrializados de Europa; esto dificultaba la adquisición de materias primas y la venta de la producción.
Sin embargo, y a pesar de que la economía española seguía siendo fundamentalmente agraria, algunas zonas de la Península iniciaron el camino hacia la industria moderna.
Fue en Cataluña donde a finales del siglo XVIII se había iniciado una importante manufactura textil de algodón mediante las fábricas de indianas que adoptaron las primeras hiladoras mecánicas. Pero la Guerra de la Independencia desarticuló los mercados y detuvo su expansión, aunque se reanudó con rapidez al terminar el conflicto gracias a la instalación de la máquina de vapor (a pesar de la emancipación de las colonias y de la interrupción del comercio colonial). Así, a mediados del siglo XIX, la industria textil catalana era la punta de lanza de la industrialización española. Este crecimiento solo se vio interrumpido por la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-1865) a causa de las dificultades que los empresarios españoles tuvieron para conseguir materias primas (“hambre de algodón”). A pesar de este crecimiento continuo de la producción, las cantidades absolutas eran muy pequeñas, comparadas con las de otros países de Europa. La industria textil catalana monopolizó el mercado nacional protegida por los aranceles pero fue incapaz de introducirse en el mercado internacional.
En la siderurgia hay que destacar tres zonas: los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se desarrollaron a mediados del siglo XIX en Málaga, y esta producción fue la hegemónica en la Península durante treinta años. Pero fracasó por el uso de carbones vegetales ante la dificultad para adquirir carbón de coque, por lo que entró en definitiva decadencia a mediados del siglo XIX.
La existencia de yacimientos de hulla en Asturias convirtió a esta región en el centro siderúrgico de España hasta 1880, gracias a sus minas de carbón, a pesar de la escasa calidad y el poco poder calorífico de la hulla asturiana. Se mantuvo debido a ser la única zona de España que disponía de carbón mineral.
Pero desde el comienzo las dificultades para su
expansión fueron notables por:
·
La
inexistencia de carbón mineral abundante, de calidad y barato para la
producción de hierro y acero.
·
La
escasa demanda de productos siderúrgicos nacionales por parte de las compañías
que estaban construyendo la red ferroviaria. La Ley de Ferrocarriles de 1855
permitía a las compañías constructoras la importación de todos los materiales
necesarios para la construcción de los trazados, por lo que se abrió el mercado
a la siderurgia extranjera.
Vizcaya fue la tercera zona ya que poseía
extensas minas de hierro y una tradición que se remonta a la Edad Media. Fue a
partir de 1876, con la llegada de carbón de coque, el poder calorífico de este
carbón y su precio reducido hizo que acabara ganando a las empresas asturianas.
Los
nuevos sectores como el agroalimentario, el metalúrgico y el químico,
que a mediados del siglo XIX representaba solo el 3% de la industria, fueron
ganando terreno con el avance del siglo. Entre las agroalimentarias cabe reseñar las harineras castellanas, las de
vinos y alcoholes andaluzas o valencianas; las químicas de Huelva y Asturias; o las papeleras valencianas, catalanas y aragonesas. Relacionada con el proceso de urbanización hay que mencionar
la industria de gas, que se extendió por Barcelona,
Madrid, Bilbao, Zaragoza y Sevilla. También creció la industria química que producía ácido sulfúrico,
potasa y sosa para consumo de otras industrias, y explosivos para la minería.
2.3. EL
FERROCARRIL
En comunicaciones, debido a la falta de industria, hubo un
tardío desarrollo ferroviario, inaugurándose la primera línea (Barcelona-Mataró)
en 1848, la línea de Madrid-Aranjuez se abrió en 1851.
La Ley General de Ferrocarriles de 1855 diseñó un plan
de estructura radial con centro en
Madrid y un ancho de vía distinto al de la mayoría de líneas europeas. La
construcción del ferrocarril fue realizada por compañías extranjeras que
lograron del Estado amplias concesiones para la importación de maquinaria y la
explotación posterior. Destacaron la Compañía del Norte y la Madrid-Zaragoza-Alicante
(MZA).
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