miércoles, 15 de diciembre de 2021

TEXTOS - CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN




LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)

El capítulo de Memoria de España de este período es, como siempre, bastante clarificador. Lo puedes encontrar en la página de RTVE, en este enlace.







En esta unidad, nos centramos en el reinado de Isabel II. Podemos dividir esta etapa en dos partes:
  • La minoría de edad de Isabel II ==> Con las Regencias de María Cristina, Espartero y la Guerra Carlista.
  • La mayoría de edad de Isabel II ==> Década Moderada, Bienio Progresista y Vuelta al Moderantismo.
En este período se construirá el Estado Liberal. 


Es necesario definir el sistema de partidos durante ese periodo, haciendo hincapié en la división del bando liberal:
  • Moderados: defienden la Monarquía, el “orden social”, una administración muy centralizada y un sufragio censitario muy restringido (1% de la población). Representan a las clases más ricas.
  • Progresistas: proclaman una soberanía nacional representada por las Cortes y un impulso de los poderes locales y de la Milicia Nacional. Defienden un sufragio censitario que permitiera mayor participación de las clases medias.

Término medio entre moderados y progresistas será la Unión Liberal, nacida tras la revuelta de 1854. Por otra parte, se mantienen los carlistas, defensores del Antiguo Régimen, y surgen los demócratas (a la izquierda progresista) y los republicanos, ambos apoyados fuertemente por las clases medias y bajas al proponer un sufragio universal.

IDEOLOGÍA DE MODERADOS Y PROGRESISTAS
MODERADOS
PROGRESISTAS
Derechos individuales
Reconocen derechos individuales pero cuando legislas tienden a restringir su ejercicio
Reconocen derechos individuales y también colectivos
Tipo de soberanía
Compartida entre el Rey y las Cortes
Nacional
Sufragio
Censitario (muy limitado)
Censitario (ampliado)
Universal (en el caso de los demócratas)
Ejercicio del poder
Preeminencia de los poderes de la administración central del Estado
Mayor autonomía a los poderes locales y regionales.
Ejército
El Ejército y la Guardia Civil, únicos cuerpos armados
Existencia de la Milicia nacional
Reformas
Reformas restringidas; respeto a algunos derechos de los privilegiados.
Freno a la desamortización
Reformas profundas de orden económico, social, político,… Impulsan la desamortización
Relaciones con la Iglesia católica
Estado confesional sin libertad de cultos
Estado confesional con libertad de cultos.
Separación Iglesia-Estado (en el caso de los demócratas)

1. LAS REGENCIAS Y EL PROBLEMA CARLISTA. LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II (1833-1843). 




1.1. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840) 

Tras la muerte de Fernando VII (1833), ante la minoría de edad de Isabel II, su madre María Cristina de Borbón asume la regencia. A ello se oponen los sectores ultra-absolutistas, liderados por el infante don Carlos María Isidro, originándose la Primera Guerra Carlista (1833-1840).


En esta Guerra Civil se enfrentaron los defensores del Carlismo, promotores del Antiguo Régimen (Trono, Altar, fueros vascos y navarros), y los defensores de Isabel II, que quieren implantar un Estado liberal-constitucional. A los carlistas les apoyan la nobleza rural, el clero y el campesinado, y Rusia, Austria y Prusia a nivel internacional; los isabelinos son apoyados por la alta nobleza, funcionarios, burguesía y liberales, además de Inglaterra, Francia y Portugal. 
La guerra se desarrolla en cuatro fases:

  • Octubre 1833- Julio 1835: destaca la labor del general Zumalacárregui, así como el fracaso en la toma de Bilbao.
  • Julio 1835- Octubre 1837: los generales Gómez y el infante Carlos llegan hasta Madrid.
  • Octubre 1837- Agosto 1839: tiene lugar la división del Carlismo (transaccionistas y apostólicos) y se firma el Convenio de Vergara por los generales Espartero (isabelino) y Maroto (carlista), poniendo fin a la guerra.
  • Agosto 1839- Julio 1840: el general Cabrera resiste en la zona del Maestrazgo.


De forma paralela al desarrollo de la guerra, se destruyen las bases del Antiguo Régimen y comienza la institucionalización del régimen liberal, que se desarrolló en tres fases:
  1. Los gobiernos de transición (1833-1835). Cea Bermúdez inaugura esta etapa y realiza reformas administrativas, como la división provincial de Javier Burgos, pero no políticas. Por ello, Martínez de la Rosa le releva y sí lleva a cabo reformas políticas. Destaca el Estatuto Real de 1834, carta otorgada entre el absolutismo y el constitucionalismo: las Cortes, compuestas por cargos del Antiguo Régimen (próceres, elegidos por la Corona) y nuevos grupos burgueses (procuradores, elegidos por sufragio censitario muy restringido) se convierten en una mera asamblea para asesorar a la Corona. Debido a este carácter conservador, los progresistas organizaron revueltas en numerosas ciudades mediante la creación de Juntas Locales (1835-36) y el restablecimiento de la Milicia Nacional, pidiendo reformas más radicales.







  1. Los gobiernos progresistas (1835-1837): debido a estas revueltas y unido a la deficiente situación financiera de la Corona, María Cristina da el gobierno al progresista Juan Álvarez de  Mendizábal. La desamortización de los bienes eclesiásticos de 1836 provoca la reacción de nobleza y clero, traspasando el gobierno al liberal moderado Istúriz. Tras el motín progresista de los sargentos de la Granja en 1836, la regente tiene que dar el gobierno al progresista Calatrava. Durante este periodo se consolida la revolución burguesa: la desamortización eclesiástica, desvinculación, la abolición de los señoríos y la libertad económica, permite a la burguesía (ya enriquecida por los negocios) avanzar socialmente y ponerse a la altura de la nobleza. Al mismo tiempo, se asienta la revolución liberal, reflejada en la Constitución de 1837: reconoce la soberanía nacional y la división de poderes y cuenta con una amplía declaración de derechos (imprenta, asociación). Aunque es de carácter progresista, intentó dar cabida al moderantismo: resguarda el poder real con una Monarquía Constitucional, en la que el Rey legisla con las Cortes, ejecuta las leyes y nombra los senadores. Las Cortes son bicamerales (Senado y Diputados) y se propone un sufragio censitario.
  2. La reacción moderada (1837-1840): las reformas progresistas provocaron nuevamente la oposición de la nobleza y el clero, perdiendo los progresistas en las elecciones de 1837. Vuelve el gobierno moderado, que apoyado por la regente, paraliza la desamortización y suprime la Constitución de 1837. La clave es la Ley de Ayuntamientos de 1840, por la que el Estado elegía a los alcaldes de los municipios, en vez los vecinos de cada pueblo. En consecuencia, los progresistas vuelven a pronunciarse y se apoyan en el general Espartero, vencedor de la guerra. Mª Cristina se tiene que exiliar.

1.2. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843) 



Encabezados por Espartero como regente, los progresistas retoman las reformas (desamortización) y reinstauran la Constitución de 1837. El problema llegó cuando el gobierno del regente evolucionó hacia el autoritarismo.
Pronto, apareció la oposición moderada, primero sofocada con el pronunciamiento fallido de Diego de León en 1841. Por otra parte, como consecuencia de la política librecambista adoptada con Inglaterra, se produjo un levantamiento en Barcelona para proteger la industria catalana. Espartero bombardeó Barcelona, ocasionando la oposición de Cataluña y parte del partido progresista a su gobierno.
En 1843, financiados por Mª Cristina desde su exilio, los generales Narváez y O’Donnell realizan nuevas revueltas, esta vez con victoria. Aunque Isabel no es mayor de edad, ante el peligro de instaurar una nueva regencia, es establecida en el trono español.



2. LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

Como introducción de esta etapa, es notable destacar la constante unión entre Partido Moderado y Corona: las camarillas aparecen como forma de gobierno. El Estado liberal, en su versión conservadora, se consolidará.
Este régimen moderado contó como apoyos sociales a la burguesía terrateniente, que una vez enriquecida paraliza la desamortización, a la vieja nobleza ahora propietaria, a la Corona (camarillas) y a gran parte del ejército con Narváez a la cabeza (“espadones”).

Ramón María Narváez

La ideología del régimen responde al interés de clase de los grupos antes citados. Queda plasmada en la Constitución de 1845, de tendencia conservadora y cuyos pilares son la idea de orden frente a libertad, la importancia de la propiedad y el centralismo administrativo. Otorga la soberanía a las Cortes con el Rey y fortalece la autoridad del monarca. El poder ejecutivo recae en los ministros y el legislativo en las Cortes y Rey. Las Cortes son bicamerales: los miembros del Senado son elegidos por el Rey y los diputados por sufragio censitario muy restringido (1 % población). Por último, burla la declaración de derechos de 1837 y reconoce la confesionalidad del Estado.



La idea centralista y el deseo de orden también se manifiesta en las reformas administrativas: Ley de administración territorial (1845), creación de la Guardia Civil (1844) y disolución de la Milicia Nacional, Ley de Hacienda de Alejandro Mon (1845) y Nuevo Código Penal (1848). Asimismo, Bravo Murillo concilia la situación con la Iglesia con el Concordato de 1851: desvía una parte del presupuesto de las desamortizaciones al clero.


Como oposición a este régimen moderado, destaca la Segunda Guerra Carlista o Guerra de los Matiners (1847-1849), al fracasar los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista; y los demócratas, desgajados del partido progresista en 1849 y partidarios del sufragio universal. Cabe destacar la anulación del cambio político mediante el incipiente caciquismo: los progresistas ven truncados todos sus intentos de llegar a gobernar.

3. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868)

Como introducción de esta etapa, es notable destacar la constante unión entre Partido Moderado y Corona: las camarillas aparecen como forma de gobierno. El Estado liberal, en su versión conservadora, se consolidará.

3.1.- EL BIENIO PROGRESISTA

La deriva del moderantismo al autoritarismo provoca la revuelta de 1854, a tres niveles:

  • Se fragmenta el moderantismo a causa de la Vicalvarada realizada por O’Donnell y Dulce y la fundación de la Unión Liberal por el primero.
  • Progresistas y republicanos optan por la vía insurreccional: se organizan en Juntas y recuperan la Milicia Nacional.
  • Los sectores populares luchan por mejoras políticas, sociales y económicas.

A raíz de estas revueltas surge el Manifiesto de Manzanares, un programa para el cambio político hacia el progresismo y que establece provisionalmente a Espartero en el gobierno.

Las primeras reformas, políticas, se caracterizan por la vuelta al sistema de 1837. Las reinstauradas Cortes Constituyentes crean la Constitución de 1856 (non nata): de corte progresista, afirma la soberanía nacional, reconoce la división de poderes y una amplia declaración de derechos, amplía el sufragio y apoya el voto municipal.
En cuanto a las reformas económicas, destaca la Ley de Desamortización General de Madoz (1855), que no sólo afecta a las tierras eclesiásticas, sino también a las municipales, lo que arruinó a muchos ayuntamientos y perjudicó a las clases populares.
Espartero retoma su política librecambista, expresada en la Ley General de Ferrocarriles y la Ley de Sociedades de Crédito, originando el descontento de algunos sectores progresistas.

El final de este periodo lo marca el grave clima de conflictividad social: el alza de precios provocó una serie de levantamientos obreros y campesinos, que fueron reprimidos por el ejército y la Guardia Civil. O’Donnell, que había apoyado al progresismo, sustituye a Espartero y restablece los principios del moderantismo, poniendo fin al Bienio Progresista.









3.2.- LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868) 

Bienio moderado (1856-1858)

Tras un breve gobierno de O’Donnell, regresa Narváez, que basándose en el sistema político de 1845 (orden, centralismo y propiedad), suspende la desamortización y anula las libertades. Tras la represión de las protestas provocadas por la crisis económica de ese momento, Isabel II llama de nuevo a O’Donnell y a su Unión Liberal.

Leopoldo O'Donnell

Como aspecto positivo de esta etapa sobresale la Ley Moyano de Enseñanza (1857), que establece un sistema educativo donde prima la secundaria y la universidad frente a la primaria, base de la alfabetización.

El “gobierno largo” de la Unión Liberal (1858-1863)

Durante el gobierno de O’Donnell, España goza de una estabilidad política, favorecida por el progreso económico: la Unión Liberal potencia la expansión del ferrocarril, fomenta la industria metalúrgica, impulsa el desarrollo industrial (Asturias y Vizcaya) y favorece la entrada de empresas e inversores extranjeros. Mantuvieron el sistema de la Constitución de 1845 y empezó a proliferar el caciquismo (ministro Posada Herrera). Por otra parte, los levantamientos campesinos y las revueltas obreras fracasaron.
En el ámbito exterior, la Unión Liberal lleva a cabo una “política de prestigio”, para recuperar el honor del país. Así, España se introduce en cuatro guerras: para ayudar a Napoleón III realiza una expedición a Cochinchina, ataca México y se enfrenta a Perú y Chile; pero el conflicto más importante es la Guerra contra Marruecos (1859-1860).

Crisis final del reinado (1863-1868)

Ese bienestar económico interior desemboca en la crisis económica de 1864-1868, que afecta al ferrocarril, a la Banca y a la industria textil. Narváez regresa al poder, basando su gobierno en la inoperancia y el inmovilismo. Asimismo, se realiza una dura represión a causa de diversas revueltas: matanza de la noche de San Daniel (1865), pronunciamiento progresista del general Prim (1866) y sublevación del cuartel de San Gil (1866).
La oposición desde el exilio se manifiesta con el Pacto de Ostende (1866), documento antidinástico cuyo conjunto de fuerzas políticas acaba con la alianza entre Partido Moderado y Corona. Finalmente, las muertes de O’Donnell y Narváez desencadenan en septiembre de 1868 una sublevación general antidinástica, la “Gloriosa”: Isabel II se ve obligada a exiliarse y abandonar el trono.

4. CASTILLA-LA MANCHA EN LA ÉPOCA DE ISABEL II

Destacamos algunos acontecimientos ocurridos en nuestras tierras durante estos años:

  • En 1833, con la división provincial de Javier de Burgos, se forma Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real). Albacete queda ligada a Murcia.
  • Durante la Guerra Carlista, el momento de máximo protagonismo llega con la expedición del general Gómez y don Carlos en 1937, que pasa por Cuenca y Tarancón.
  • El general Espartero nació en Granátula de Calatrava (Ciudad Real).
  • El Manifiesto de Manzanares (1854) se redacta en dicha ciudad.
  • La sociedad estaba desmovilizada políticamente, mayoritariamente agrícola y sumida en el analfabetismo. Se aceptaba el control de las élites locales.
  • El republicanismo se presenta en nuestra región de la mano del periódico albaceteño El Defensor del Pueblo, y a partir de 1849 del Partido Demócrata.



CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

Entramos en el siglo XIX. Los epígrafes de esta unidad que vamos a revisar son:

1. La crisis de 1808 y la Guerra de la Independencia.
2. La Revolución Liberal, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
3. El reinado de Fernando VII: sus etapas.

Te puede ayudar a revisar el tema nuestra presentación, descárgala aquí.

La serie de Memoria de España de RTVE tiene unos vídeos muy completos de esta parte, pincha en las imágenes para ver los capítulos que nos interesan:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/memoria-espana-sombra-revolucion/3286058/


http://www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/memoria-espana-sombra-revolucion/3286058/



http://www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/memoria-espana-vivan-caenas/3288172/


1.- LA CRISIS DE 1808. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.

En 1788 muere Carlos III y le sucede su hijo Carlos IV. La España de Carlos IV (1788-1808) vivió un periodo continuado de crisis. El impacto de la Revolución Francesa condicionó la política interior y exterior española: la monarquía cerró el paso a la propaganda revolucionaria francesa y acentuó la censura contra las críticas que desde la propia España se realizaban al sistema político del Antiguo Régimen. Pero con ser grave la situación descrita anteriormente, lo determinante en la quiebra del Antiguo Régimen fue la crisis de la monarquía. La España de Carlos IV (1788-1808) vivió un periodo continuado de crisis. El impacto de la Revolución Francesa condicionó la política interior y exterior española: la monarquía cerró el paso a la propaganda revolucionaria francesa y acentuó la censura contra las críticas que desde la propia España se realizaban al sistema político del Antiguo Régimen. Pero con ser grave la situación descrita anteriormente, lo determinante en la quiebra del Antiguo Régimen fue la crisis de la monarquía. 

En julio de 1789 estalla en Francia la Revolución Francesa y provoca en España mucho miedo al contagio de esta revolución debido a la cercanía geográfica y por el parentesco de los dos reyes (tanto el francés, Luis XVI, como el español, Carlos IV, eran Borbones). También provoca una división entre los ilustrados de España. Carlos IV se apoya en su principal valido, Manuel Godoy, que gobernará entre los años 1792 y 1794 y entre 1801 y 1808. Godoy llega a convertirse en un personaje bastante impopular tanto entre las clases populares como entre la nobleza. 



Las relaciones entre España y Francia durante el gobierno de Godoy fueron muy cambiantes. Hasta la Revolución Francesa fueron cordiales y se mantuvieron los Pactos de Familia. Desde la guillotina de Luis XVI (enero de 1793) se inicia una guerra con Francia y un periodo de amistad con Inglaterra y Portugal. Francia invade algunos territorios de Cataluña y el País Vasco por lo que España le pide la paz a Francia (Paz de Basilea, 1795) por la que España recupera los territorios ocupados por Francia en el País Vasco y Cataluña pero, a cambio, le entrega a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo.


A partir de este momento se inicia de nuevo un periodo de amistad con Francia y de guerra contra Inglaterra. Se firma con Francia el Tratado de San Ildefonso (1796): era un pacto de amistad y defensa mutua contra Gran Bretaña. Los británicos vencieron a las tropas francoespañolas en Trafalgar (1805). 

El segundo pacto que se firma con Francia es el Tratado de Fontainebleau (1807) en el que España permite el paso de las tropas francesas en dirección a Portugal. Esto provoca gran oposición hacia Godoy. 
Manuel Godoy, al verse engañado por Napoleón (las tropas francesas están ocupando territorio español), intenta, junto a la familia real, dirigirse a Sevilla para intentar huir hacia América.

Al enterarse el pueblo, en marzo de 1808, estalla el motín de Aranjuez (las clases populares se levantan, alentados por la nobleza e incluso por el hijo de Carlos IV, Fernando). Los amotinados piden que Godoy sea sustituido y que Carlos IV abdique en su hijo Fernando VII. 

Carlos IV pedirá ayuda a Napoleón y éste convoca a padre e hijo y consigue que Fernando VII le devuelva la corona a su padre y que éste, a su vez, abdique en José I Bonaparte. Es lo que conocemos como las abdicaciones de Bayona (1808). El pueblo de Madrid al enterarse se levanta contra los franceses el 2 de mayo de 1808. Esta sublevación es duramente reprimida por los franceses por lo que la revuelta se extiende por toda España, comenzando así la Guerra de la Independencia entre 1808 y 1814.







La guerra tiene tres fases:
  • Una primera fase que abarcaría desde mayo a octubre de 1808, en la que el ejército español consigue resistir en ciudades como Zaragoza, Gerona o Valencia. La primera victoria importante del ejército español es la batalla de Bailén (julio 1808) en la que se enfrentan el General Castaños y el general Dupont.
  • En una segunda fase, entre octubre de 1808 y julio de 1812, en la que se produce una hegemonía de los franceses ya que Napoleón envía a España la Gran Armada con la que consiguen llegar a Madrid y avanzar hasta las puertas de Cádiz. Pero este ejército se tiene que enfrentar a la guerra de guerrillas y a guerrilleros como Espoz y Mina, el cura Merino o el Empecinado, que dificultan el avance de los franceses. También tienen que enfrentarse a las dificultades geográficas del terreno.
  • En la última fase, de julio de 1012 a abril de 1814, se produce un retroceso francés por la salida, en dirección a Rusia, de una parte de la Gran Armada y, además, por el agotamiento del ejército francés por las guerrillas y, sobre todo, por el apoyo a España del ejército británico. Durante este periodo se producen importantes victorias hispanobritánicas como la de los Arapiles, en 1812 o la de Vitoria en 1813. Al final la guerra termina con la victoria española y la firma del Tratado de Valençay (diciembre de 1813) en el que Napoleón reconoce a Fernando VII como rey de España. Las últimas tropas francesas salen de territorio español en abril de 1814.



2.- LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

Durante la Guerra de la Independencia se produce una dualidad de poder entre José I Bonaparte y las Juntas.
José I fue reconocido por el Consejo de Castilla y gobierna bajo el Estatuto de Bayona: una carta otorgada por el rey al pueblo, en este caso por Napoleón, en el que el poder del monarca es casi absoluto. Se establece el catolicismo como religión oficial, se reconocen algunos derechos individuales y se abolen los derechos señoriales y la Inquisición. José I se rodea, para gobernar, de ilustrados y afrancesados. Estos últimos son considerados por el resto de los españoles como traidores a España.
Las Juntas son instituciones de gobierno formadas por nobles, clérigos, ilustrados, etc. con dos funciones.
  • Organizar la resistencia contra los franceses
  • Asumir la autoridad en nombre del rey Fernando VII, en el exilio.

El proceso de formación de estas Juntas es el siguiente: primero se forman las Juntas locales, a partir de aquí se forman las Juntas provinciales y, por último, la Junta Suprema Central, dirigida por Jovellanos. Esta Junta Central se caracterizó por la inestabilidad y las discrepancias entre los conservadores y los liberales. La Junta Suprema Central se crea en Aranjuez, pero se deberá desplazar a Sevilla y, finalmente, a Cádiz por las circunstancias de la guerra. En 1810 el poder se transfiere a un Consejo de Regencia.
La Junta Central va a convocar las Cortes de Cádiz, en las que se establece el voto por cabeza, y no por estamento, una sola asamblea para todos los diputados, diputados que desde un principio se enfrentan ya que unos son absolutistas y otros liberales.
La labor legislativa de estas Cortes es muy amplia como la supresión del régimen señorial y abolición de los derechos feudales, supresión de los gremios, de la Inquisición. Se inició la desamortización de bienes eclesiásticos, etc. Pero la labor más importante fue la elaboración de la Constitución de Cádiz. Fue aprobada el 19 de marzo de 1812 (conocida como “la Pepa”).



Los principios fundamentales de esta Constitución son:
  • Soberanía nacional: la autoridad está en la nación, entendiendo como nación la unión de todos los españoles, incluidos los de las colonias. La nación está representada por los diputados de las Cortes.
  • División de poderes. El ejecutivo lo tiene el rey, el legislativo las Cortes unicamerales y el judicial los tribunales de justicia.
  • Se establece el sistema político de Monarquía parlamentaria, es decir, el rey es responsable ante las Cortes.
  • Se reconocen derechos individuales, como la libertad, propiedad, igualdad ante la ley y ante los impuestos, libertad de imprenta, etc.
  • El Estado se declara confesional, siendo la religión católica la religión oficial del Estado.
  • El sistema electoral es el sufragio universal indirecto



Destaca el desarrollo de la Instrucción Pública, en el que la enseñanza primaria pasa a ser obligatoria y en el que aparecen las Escuelas de las primeras letras en las que se aprende a leer y a escribir y se aprende también el catecismo católico.
Las Cortes de Cádiz aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen y a ordenar el Estado como un régimen liberal. Subrayamos algunos:
- La libertad de imprenta, aprobada en noviembre de 1810. Aparición de la opinión pública.
- La legislación religiosa: Abolición de la Inquisición (1813) provocando protestas del clero, obispos y nuncio papal que fue expulsado.
- El reconocimiento de los derechos de propiedad. Se pone fin a las tierras amortizadas que no se pueden vender. Se abre el mercado de un factor de producción clave: la tierra.
- La supresión de los gremios (junio de 1813). Se decretó el derecho a disponer del propio trabajo (factor de producción), acorde con los principios del liberalismo económico.
- Libertad de producción, de contratación y de comercio, bajo ese principio se abría la puerta también al libre empleo, lo que podría significar abusos y explotación de mano de obra.
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales, eliminación de los mayorazgos. 

Debido a las circunstancias de la guerra, esta Constitución no pudo ser aplicada de manera efectiva en todo el país, ocupado como estaba por los franceses. 



3.- EL REINADO DE FERNANDO VII: SUS ETAPAS



3.1.- SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820)

El desarrollo de la Constitución de Cádiz ya había comenzado a levantar suspicacias entre el absolutismo, ya que estos se opusieron al decreto de abolición de la Inquisición y el clero promovió una campaña de agitación contra la obra liberal a través de la prensa.
Por el Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813), Napoleón reconoció como rey de España a Fernando VII, que regresó a la Península en 1814. Las Cortes esperaban que el monarca jurase la Constitución, pero no fue así. Fernando VII “el deseado” tras llegar a España se dirige a Valencia, mientras que en Madrid las Cortes las Cortes le avisan que debe jurar la Constitución. Sin embargo, los absolutistas apoyan la vuelta al Antiguo Régimen: Manifiesto de los persas (1814. Ideas principales del Manifiesto de los persas: Vuelta al Antiguo Régimen, abolición de la obra de Cádiz).
Vistos sus apoyos y con un contexto internacional favorable (Congreso de Viena), Fernando VII abolía la Constitución, anulaba toda la labor legislativa de las Cortes de Cádiz y restablecía todas las instituciones del Antiguo Régimen. Además se persiguió tanto a liberales como a afrancesados. 
La primera etapa del reinado es el Sexenio Absolutista (1814-1820). Los seis primeros años del reinado fueron caóticos, se sucedieron ministros incompetentes, se sublevaron las colonias americanas y el país vivió una de sus más graves crisis económicas, como consecuencia de la Guerra de Independencia y de la situación de las colonias. 

En el plano exterior, España queda relegada a ser una potencia de tercera fila y en el Congreso de Viena (1815) no se consigue ninguna compensación territorial.
Fernando VII en el interior protagonizó la represión radical de todos los liberales que recurrieron por lo tanto a la clandestinidad, las Sociedades Secretas y los pronunciamientos militares, destacando los de Díez de Porlier en Galicia y Lacy en Cataluña que concluyeron con el fusilamiento de los promotores. 

Pero el 1 de enero de 1820, el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla), al frente de las tropas acantonadas para su traslado a América, provocó el levantamiento general que el gobierno no fue capaz de controlar.

3.2.- TRIENIO LIBERAL (1820-1823)

Rafael Riego


El rey Fernando VII, consciente de su debilidad, aceptó el 7 de marzo de 1820 la Constitución de 1812, la juró el día 9 y el 10 publicó un manifiesto en que afirmaba: “Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”.
A lo largo de los tres años, las Cortes aprobaron una legislación reformista, que venía a completar y desarrollar la labor legislativa de las Cortes de Cádiz, con la intención de acabar con el Antiguo Régimen:
- Supresión de la vinculación de la tierra (mayorazgos).
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales y territoriales, con una fórmula favorable a la nobleza titular de los señoríos, que pasaban de ser “señores” a “propietarios”.
- Ley de Supresión de Monacales, por la que se disolvían los conventos y se desamortizaban sus bienes. También quedó suprimido el Tribunal de la Inquisición.
- Restablecimiento de la Milicia Nacional, fuerza cívico-militar, que los liberales apoyaban en los medios urbanos para defender la Constitución.

Los años 1820-1823 significaron el restablecimiento de toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, pero se enfrentaron con los realistas que era el sector más radical de los absolutistas y estaban apoyados por el propio rey. Además los liberales se enfrentaron también con la oposición internacional de la Santa Alianza que estaba dispuesta a intervenir para anular cualquier experiencia constitucional.

Dentro del liberalismo se podían distinguir a los moderados y a los exaltados. Los primeros gobernaron hasta 1822 y eran partidarios de un entendimiento con las élites del Antiguo Régimen, pero a partir de la aceptación de la Constitución. Y los exaltados, que gobernaron desde mediados de 1822 hasta el final del Trienio, buscaban un liberalismo extremo, con la Constitución, las Sociedades Patrióticas y la Milicia Nacional.

Los partidarios del absolutismo se levantaron en Cataluña, Navarra, Galicia, País Vasco, La Rioja y Aragón, crearon los llamados Ejércitos de la Fe. Se creó la Regencia de Urgel que redactó un manifiesto solicitando a Metternich que interviniera militarmente en España para restaurar el absolutismo.

Las potencias de la Santa Alianza, reunidas en Italia en el Congreso de Verona (1822) encargaron a Francia que interviniera en España. En 1823 el ejército francés conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, cruzó la frontera. Los liberales tuvieron que capitular y de nuevo tuvieron que optar por el exilio. El régimen constitucional sólo duró tres años y el segundo periodo del gobierno liberal en España volvió a fracasar.

3.3.- DÉCADA OMINOSA (1823-1833)

La Década Ominosa (1823-1833) es también conocida como Decenio Negro. De nuevo se deroga la Constitución de 1812 y se implantaron otra vez las instituciones del Antiguo Régimen excepto la Inquisición. 
Aún así hubo ministros que aplicaron reformas, como Luis López Ballesteros, ministro de Hacienda, que introdujo una reforma presupuestaria y fiscal. Estas reformas se encontraban con la oposición de los ultrarrealistas, que se agrupaban alrededor de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII. 
Hubo varios pronunciamientos liberales, destacando el protagonizado por un grupo dirigido por José María Torrijos finalizó con el fusilamiento de Torrijos y los 49 hombres detenidos con él (1831). 

La cuestión sucesoria domina la parte final del reinado. El 1830, después de un cuarto matrimonio, con María Cristina de Borbón, y ante la eventualidad de una descendencia femenina el rey promulgó la Pragmática Sanción (marzo de 1830), que derogaba la Ley Sálica, con lo que privaba de sus derechos al infante don Carlos, a cuyo alrededor se agrupaban los ultrarrealistas. En octubre nacía la heredera, la futura Isabel II.

Los partidarios de don Carlos, también llamados apostólicos o carlistas, en septiembre de 1832 protagonizaron los llamados sucesos de La Granja, una conjura que obligó a un Fernando VII gravemente enfermo a reimplantar la Ley Sálica. Al recuperarse el monarca, volvió a derogar la citada ley. El 29 de septiembre de 1833 fallecía Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina. 
Días después, en diferentes puntos del país, se producían levantamientos armados a favor de don Carlos, daba comienzo así una guerra civil que enfrentó a los carlistas contra los isabelinos.
Ante la pugna entre los dos absolutismos, uno más moderado, a favor de ciertas reformas, el otro plenamente intransigente, para los liberales se abría la gran oportunidad para acceder al poder, para lo que llevaban mucho tiempo esperando.



4.- LA EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA

El proceso de independencia de las colonias españolas en la América continental tiene sus raíces en los siguientes fenómenos: las ideas ilustradas habían llegado a América; la experiencia de autogobierno que le proporciona a la burguesía criolla el vacío de poder producido en 1808; la debilidad de la monarquía de Fernando VII, agobiada por las deudas subsiguientes a la guerra; la burguesía criolla (hijos de españoles nacidos en América) deseaban tener más poder; la incapacidad diplomática de España, la escasa capacidad de control marítimo derivada del desastre de Trafalgar y, por supuesto, el precedente de la independencia de EEUU. 



El proceso emancipador puede dividirse en dos fases:
  • Primer periodo que llega hasta 1816. Coincide en gran parte con la Guerra de la Independencia en España. Hubo movimientos independentistas en México (cura Miguel Hidalgo) que se sofocaron. En el territorio del Río de la Plata se dieron los primeros pasos para la independencia de Argentina (1810). En general, con la vuelta de Fernando VII a España, en 1814, se logra restablecer la situación.
  • Segundo periodo que se extiende hasta 1824. La monarquía de Fernando VII no tiene recursos para aguantar el nuevo rebrote independentista a partir de 1816. Pero los independentistas cuentan con el apoyo del británico y estadounidense. Las campañas de José de San Martín posibilitan la independencia de Argentina (1816); después San Martín atravesó los Andes, derrotó a los españoles en Chacabuco (1817) y propició la independencia de Chile (1818). Las campañas de Simón Bolívar en el norte con los triunfos en Boyacá (1819) y Carabobo (1821) permitieron la independencia de Ecuador, Venezuela y Colombia. En México, el movimiento independentista liderado por Agustín de Itúrbide triunfa en 1822. La emancipación del virreinato del Perú fue la última en consumarse. Finalmente, Antonio José de Sucre, en la batalla de Ayacucho (1824) derrotaba al último ejército español, al mando del virrey La Serna, lo que originó la independencia de Perú y Charcas (=Bolivia, en honor a Simón Bolívar).

En 1824 la mayor parte de las colonias se habían independizado de la corona española, que sólo mantenía el dominio en Cuba y Puerto Rico, y, en el Pacífico, en Filipinas, las Marianas y otros archipiélagos.
La independencia de las colonias no solo cerró tres siglos de unión política entre la metrópoli y América, sino que originó profundas transformaciones a ambas orillas del Atlántico. 
España se quedó convertida en una potencia de segundo orden y económicamente maltrecha por perder los recursos que venían de las Indias, así como sus ricos mercados.



TEXTOS - TRANSICIÓN

TEXTOS - TRANSICIÓN