miércoles, 15 de diciembre de 2021

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868)

El capítulo de Memoria de España de este período es, como siempre, bastante clarificador. Lo puedes encontrar en la página de RTVE, en este enlace.







En esta unidad, nos centramos en el reinado de Isabel II. Podemos dividir esta etapa en dos partes:
  • La minoría de edad de Isabel II ==> Con las Regencias de María Cristina, Espartero y la Guerra Carlista.
  • La mayoría de edad de Isabel II ==> Década Moderada, Bienio Progresista y Vuelta al Moderantismo.
En este período se construirá el Estado Liberal. 


Es necesario definir el sistema de partidos durante ese periodo, haciendo hincapié en la división del bando liberal:
  • Moderados: defienden la Monarquía, el “orden social”, una administración muy centralizada y un sufragio censitario muy restringido (1% de la población). Representan a las clases más ricas.
  • Progresistas: proclaman una soberanía nacional representada por las Cortes y un impulso de los poderes locales y de la Milicia Nacional. Defienden un sufragio censitario que permitiera mayor participación de las clases medias.

Término medio entre moderados y progresistas será la Unión Liberal, nacida tras la revuelta de 1854. Por otra parte, se mantienen los carlistas, defensores del Antiguo Régimen, y surgen los demócratas (a la izquierda progresista) y los republicanos, ambos apoyados fuertemente por las clases medias y bajas al proponer un sufragio universal.

IDEOLOGÍA DE MODERADOS Y PROGRESISTAS
MODERADOS
PROGRESISTAS
Derechos individuales
Reconocen derechos individuales pero cuando legislas tienden a restringir su ejercicio
Reconocen derechos individuales y también colectivos
Tipo de soberanía
Compartida entre el Rey y las Cortes
Nacional
Sufragio
Censitario (muy limitado)
Censitario (ampliado)
Universal (en el caso de los demócratas)
Ejercicio del poder
Preeminencia de los poderes de la administración central del Estado
Mayor autonomía a los poderes locales y regionales.
Ejército
El Ejército y la Guardia Civil, únicos cuerpos armados
Existencia de la Milicia nacional
Reformas
Reformas restringidas; respeto a algunos derechos de los privilegiados.
Freno a la desamortización
Reformas profundas de orden económico, social, político,… Impulsan la desamortización
Relaciones con la Iglesia católica
Estado confesional sin libertad de cultos
Estado confesional con libertad de cultos.
Separación Iglesia-Estado (en el caso de los demócratas)

1. LAS REGENCIAS Y EL PROBLEMA CARLISTA. LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II (1833-1843). 




1.1. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840) 

Tras la muerte de Fernando VII (1833), ante la minoría de edad de Isabel II, su madre María Cristina de Borbón asume la regencia. A ello se oponen los sectores ultra-absolutistas, liderados por el infante don Carlos María Isidro, originándose la Primera Guerra Carlista (1833-1840).


En esta Guerra Civil se enfrentaron los defensores del Carlismo, promotores del Antiguo Régimen (Trono, Altar, fueros vascos y navarros), y los defensores de Isabel II, que quieren implantar un Estado liberal-constitucional. A los carlistas les apoyan la nobleza rural, el clero y el campesinado, y Rusia, Austria y Prusia a nivel internacional; los isabelinos son apoyados por la alta nobleza, funcionarios, burguesía y liberales, además de Inglaterra, Francia y Portugal. 
La guerra se desarrolla en cuatro fases:

  • Octubre 1833- Julio 1835: destaca la labor del general Zumalacárregui, así como el fracaso en la toma de Bilbao.
  • Julio 1835- Octubre 1837: los generales Gómez y el infante Carlos llegan hasta Madrid.
  • Octubre 1837- Agosto 1839: tiene lugar la división del Carlismo (transaccionistas y apostólicos) y se firma el Convenio de Vergara por los generales Espartero (isabelino) y Maroto (carlista), poniendo fin a la guerra.
  • Agosto 1839- Julio 1840: el general Cabrera resiste en la zona del Maestrazgo.


De forma paralela al desarrollo de la guerra, se destruyen las bases del Antiguo Régimen y comienza la institucionalización del régimen liberal, que se desarrolló en tres fases:
  1. Los gobiernos de transición (1833-1835). Cea Bermúdez inaugura esta etapa y realiza reformas administrativas, como la división provincial de Javier Burgos, pero no políticas. Por ello, Martínez de la Rosa le releva y sí lleva a cabo reformas políticas. Destaca el Estatuto Real de 1834, carta otorgada entre el absolutismo y el constitucionalismo: las Cortes, compuestas por cargos del Antiguo Régimen (próceres, elegidos por la Corona) y nuevos grupos burgueses (procuradores, elegidos por sufragio censitario muy restringido) se convierten en una mera asamblea para asesorar a la Corona. Debido a este carácter conservador, los progresistas organizaron revueltas en numerosas ciudades mediante la creación de Juntas Locales (1835-36) y el restablecimiento de la Milicia Nacional, pidiendo reformas más radicales.







  1. Los gobiernos progresistas (1835-1837): debido a estas revueltas y unido a la deficiente situación financiera de la Corona, María Cristina da el gobierno al progresista Juan Álvarez de  Mendizábal. La desamortización de los bienes eclesiásticos de 1836 provoca la reacción de nobleza y clero, traspasando el gobierno al liberal moderado Istúriz. Tras el motín progresista de los sargentos de la Granja en 1836, la regente tiene que dar el gobierno al progresista Calatrava. Durante este periodo se consolida la revolución burguesa: la desamortización eclesiástica, desvinculación, la abolición de los señoríos y la libertad económica, permite a la burguesía (ya enriquecida por los negocios) avanzar socialmente y ponerse a la altura de la nobleza. Al mismo tiempo, se asienta la revolución liberal, reflejada en la Constitución de 1837: reconoce la soberanía nacional y la división de poderes y cuenta con una amplía declaración de derechos (imprenta, asociación). Aunque es de carácter progresista, intentó dar cabida al moderantismo: resguarda el poder real con una Monarquía Constitucional, en la que el Rey legisla con las Cortes, ejecuta las leyes y nombra los senadores. Las Cortes son bicamerales (Senado y Diputados) y se propone un sufragio censitario.
  2. La reacción moderada (1837-1840): las reformas progresistas provocaron nuevamente la oposición de la nobleza y el clero, perdiendo los progresistas en las elecciones de 1837. Vuelve el gobierno moderado, que apoyado por la regente, paraliza la desamortización y suprime la Constitución de 1837. La clave es la Ley de Ayuntamientos de 1840, por la que el Estado elegía a los alcaldes de los municipios, en vez los vecinos de cada pueblo. En consecuencia, los progresistas vuelven a pronunciarse y se apoyan en el general Espartero, vencedor de la guerra. Mª Cristina se tiene que exiliar.

1.2. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843) 



Encabezados por Espartero como regente, los progresistas retoman las reformas (desamortización) y reinstauran la Constitución de 1837. El problema llegó cuando el gobierno del regente evolucionó hacia el autoritarismo.
Pronto, apareció la oposición moderada, primero sofocada con el pronunciamiento fallido de Diego de León en 1841. Por otra parte, como consecuencia de la política librecambista adoptada con Inglaterra, se produjo un levantamiento en Barcelona para proteger la industria catalana. Espartero bombardeó Barcelona, ocasionando la oposición de Cataluña y parte del partido progresista a su gobierno.
En 1843, financiados por Mª Cristina desde su exilio, los generales Narváez y O’Donnell realizan nuevas revueltas, esta vez con victoria. Aunque Isabel no es mayor de edad, ante el peligro de instaurar una nueva regencia, es establecida en el trono español.



2. LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

Como introducción de esta etapa, es notable destacar la constante unión entre Partido Moderado y Corona: las camarillas aparecen como forma de gobierno. El Estado liberal, en su versión conservadora, se consolidará.
Este régimen moderado contó como apoyos sociales a la burguesía terrateniente, que una vez enriquecida paraliza la desamortización, a la vieja nobleza ahora propietaria, a la Corona (camarillas) y a gran parte del ejército con Narváez a la cabeza (“espadones”).

Ramón María Narváez

La ideología del régimen responde al interés de clase de los grupos antes citados. Queda plasmada en la Constitución de 1845, de tendencia conservadora y cuyos pilares son la idea de orden frente a libertad, la importancia de la propiedad y el centralismo administrativo. Otorga la soberanía a las Cortes con el Rey y fortalece la autoridad del monarca. El poder ejecutivo recae en los ministros y el legislativo en las Cortes y Rey. Las Cortes son bicamerales: los miembros del Senado son elegidos por el Rey y los diputados por sufragio censitario muy restringido (1 % población). Por último, burla la declaración de derechos de 1837 y reconoce la confesionalidad del Estado.



La idea centralista y el deseo de orden también se manifiesta en las reformas administrativas: Ley de administración territorial (1845), creación de la Guardia Civil (1844) y disolución de la Milicia Nacional, Ley de Hacienda de Alejandro Mon (1845) y Nuevo Código Penal (1848). Asimismo, Bravo Murillo concilia la situación con la Iglesia con el Concordato de 1851: desvía una parte del presupuesto de las desamortizaciones al clero.


Como oposición a este régimen moderado, destaca la Segunda Guerra Carlista o Guerra de los Matiners (1847-1849), al fracasar los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista; y los demócratas, desgajados del partido progresista en 1849 y partidarios del sufragio universal. Cabe destacar la anulación del cambio político mediante el incipiente caciquismo: los progresistas ven truncados todos sus intentos de llegar a gobernar.

3. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) Y LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868)

Como introducción de esta etapa, es notable destacar la constante unión entre Partido Moderado y Corona: las camarillas aparecen como forma de gobierno. El Estado liberal, en su versión conservadora, se consolidará.

3.1.- EL BIENIO PROGRESISTA

La deriva del moderantismo al autoritarismo provoca la revuelta de 1854, a tres niveles:

  • Se fragmenta el moderantismo a causa de la Vicalvarada realizada por O’Donnell y Dulce y la fundación de la Unión Liberal por el primero.
  • Progresistas y republicanos optan por la vía insurreccional: se organizan en Juntas y recuperan la Milicia Nacional.
  • Los sectores populares luchan por mejoras políticas, sociales y económicas.

A raíz de estas revueltas surge el Manifiesto de Manzanares, un programa para el cambio político hacia el progresismo y que establece provisionalmente a Espartero en el gobierno.

Las primeras reformas, políticas, se caracterizan por la vuelta al sistema de 1837. Las reinstauradas Cortes Constituyentes crean la Constitución de 1856 (non nata): de corte progresista, afirma la soberanía nacional, reconoce la división de poderes y una amplia declaración de derechos, amplía el sufragio y apoya el voto municipal.
En cuanto a las reformas económicas, destaca la Ley de Desamortización General de Madoz (1855), que no sólo afecta a las tierras eclesiásticas, sino también a las municipales, lo que arruinó a muchos ayuntamientos y perjudicó a las clases populares.
Espartero retoma su política librecambista, expresada en la Ley General de Ferrocarriles y la Ley de Sociedades de Crédito, originando el descontento de algunos sectores progresistas.

El final de este periodo lo marca el grave clima de conflictividad social: el alza de precios provocó una serie de levantamientos obreros y campesinos, que fueron reprimidos por el ejército y la Guardia Civil. O’Donnell, que había apoyado al progresismo, sustituye a Espartero y restablece los principios del moderantismo, poniendo fin al Bienio Progresista.









3.2.- LA VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868) 

Bienio moderado (1856-1858)

Tras un breve gobierno de O’Donnell, regresa Narváez, que basándose en el sistema político de 1845 (orden, centralismo y propiedad), suspende la desamortización y anula las libertades. Tras la represión de las protestas provocadas por la crisis económica de ese momento, Isabel II llama de nuevo a O’Donnell y a su Unión Liberal.

Leopoldo O'Donnell

Como aspecto positivo de esta etapa sobresale la Ley Moyano de Enseñanza (1857), que establece un sistema educativo donde prima la secundaria y la universidad frente a la primaria, base de la alfabetización.

El “gobierno largo” de la Unión Liberal (1858-1863)

Durante el gobierno de O’Donnell, España goza de una estabilidad política, favorecida por el progreso económico: la Unión Liberal potencia la expansión del ferrocarril, fomenta la industria metalúrgica, impulsa el desarrollo industrial (Asturias y Vizcaya) y favorece la entrada de empresas e inversores extranjeros. Mantuvieron el sistema de la Constitución de 1845 y empezó a proliferar el caciquismo (ministro Posada Herrera). Por otra parte, los levantamientos campesinos y las revueltas obreras fracasaron.
En el ámbito exterior, la Unión Liberal lleva a cabo una “política de prestigio”, para recuperar el honor del país. Así, España se introduce en cuatro guerras: para ayudar a Napoleón III realiza una expedición a Cochinchina, ataca México y se enfrenta a Perú y Chile; pero el conflicto más importante es la Guerra contra Marruecos (1859-1860).

Crisis final del reinado (1863-1868)

Ese bienestar económico interior desemboca en la crisis económica de 1864-1868, que afecta al ferrocarril, a la Banca y a la industria textil. Narváez regresa al poder, basando su gobierno en la inoperancia y el inmovilismo. Asimismo, se realiza una dura represión a causa de diversas revueltas: matanza de la noche de San Daniel (1865), pronunciamiento progresista del general Prim (1866) y sublevación del cuartel de San Gil (1866).
La oposición desde el exilio se manifiesta con el Pacto de Ostende (1866), documento antidinástico cuyo conjunto de fuerzas políticas acaba con la alianza entre Partido Moderado y Corona. Finalmente, las muertes de O’Donnell y Narváez desencadenan en septiembre de 1868 una sublevación general antidinástica, la “Gloriosa”: Isabel II se ve obligada a exiliarse y abandonar el trono.

4. CASTILLA-LA MANCHA EN LA ÉPOCA DE ISABEL II

Destacamos algunos acontecimientos ocurridos en nuestras tierras durante estos años:

  • En 1833, con la división provincial de Javier de Burgos, se forma Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real). Albacete queda ligada a Murcia.
  • Durante la Guerra Carlista, el momento de máximo protagonismo llega con la expedición del general Gómez y don Carlos en 1937, que pasa por Cuenca y Tarancón.
  • El general Espartero nació en Granátula de Calatrava (Ciudad Real).
  • El Manifiesto de Manzanares (1854) se redacta en dicha ciudad.
  • La sociedad estaba desmovilizada políticamente, mayoritariamente agrícola y sumida en el analfabetismo. Se aceptaba el control de las élites locales.
  • El republicanismo se presenta en nuestra región de la mano del periódico albaceteño El Defensor del Pueblo, y a partir de 1849 del Partido Demócrata.



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