martes, 2 de noviembre de 2021

PREHISTORIA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.

VÍDEOS ÚTILES:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/memoria-espana-inicio-tiempos/3193881/

http://www.rtve.es/alacarta/videos/memoria-de-espana/memoria-espana-altamira-util-metal/3195243/



Lista de estándares
1.1.   Define el término hominización y conoce las diversas especies y yacimientos de la Península Ibérica.
1.2.   Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico y las causas del cambio.
1.3.   Describe los avances en el conocimiento de las técnicas metalúrgicas y explica sus repercusiones
1.4.   Relaciona la cultura del Bronce manchego con el resto de culturas peninsulares de la edad de los metales
2.1. Describe las características de la pintura rupestre cantábrica y levantina e identifica sus diferencias
2.2. Identifica las manifestaciones de la pintura rupestre en el territorio de Castilla-La Mancha (pintura levantina en Albacete, Fuencaliente).
2.3. Conoce las principales manifestaciones del megalitismo en la Península Ibérica

Definición de Prehistoria
La Prehistoria es el período de la vida la humanidad anterior a todo documento escrito y que sólo se conoce por determinados vestigios como las construcciones, los instrumentos, los huesos humanos o de animales, etc. Comienza con la aparición de los primeros homínidos y finaliza con la aparición de la escritura.
La Prehistoria comienza en la Península Ibérica alrededor del año 1.000.000 a.C. (aunque estas dataciones oscilan según la fuente de consulta) y llegará hasta aproximadamente el 700 a.C.
A lo largo de millones de años los homínidos sufrieron una serie de cambios físicos que los diferenciaron de los simios y que les fueron dando su aspecto actual. Este proceso gradual de evolución se conoce como proceso de hominización. Los principales cambios físicos fueron la adopción de la posición bípeda (gracias a una serie de cambios en la cadera, las piernas y los pies que permitieron liberar las manos y mantener el equilibrio) y el aumento progresivo de la capacidad craneal con el consiguiente desarrollo del cerebro (lo que implica un aumento de la inteligencia).
Será una época de notables cambios y evoluciones continuas que a su vez dividiremos en diferentes períodos:
Paleolítico.
Neolítico
Edad de los Metales

1.   PALEOLÍTICO


La etapa más antigua de la Prehistoria se denomina Paleolítico. Las sociedades paleolíticas compartieron un mismo modo de vida; los hombres y las mujeres vivían en pequeñas comunidades dedicadas a la caza y la recolección y se desplazaban en busca de los recursos naturales. En estos comienzos empiezan a elaborar herramientas bastante rudimentarias como “choppers”, cantos rodados que se golpeaban hasta dejar una parte afilada y cortante; así como bifaces de gran tamaño. Con el paso de los años irán evolucionando, como es evidente, logrando una cierta “especialización técnica” a la hora de elaborar las herramientas. También vemos una evolución en las técnicas de caza, convirtiéndose en cazadores recolectores.
La evolución humana ha sido un largo proceso que se inició en África hace unos cinco millones de años, con los Australopithecus, que desembocan en el género Homo. Será el Homo ergaster el que hace un millón y medio de años saliera por primera vez de África, para extenderse por Próximo Oriente y Asia, donde evolucionaría al Homo erectus.
En Europa los primeros homínidos aparecen hace aproximadamente un millón de años, extendidos por las zonas más meridionales del continente, entre ellas la Península Ibérica, ya que en las tierras del norte el frío intenso y la escasez de alimentos dificultaban la vida.


Los primeros testimonios de homínidos en la Península se han hallado en Atapuerca (Burgos). En la Sierra de Atapuerca aparecieron fragmentos óseos de al menos seis individuos, corresponden al Homo antecessor (de aproximadamente hace 800.000 años, convirtiéndose en los restos humanos más antiguos de Europa) en el Paleolítico Inferior. Su capacidad craneal era reducida y utilizaba utensilios líticos simples. En ese mismo yacimiento se han encontrado restos de otra especie: el Homo heidelbergensis. El Homo antecesor evolucionaría hacia el Homo neandertalensis. La cultura material de estas sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico Inferior, inicialmente está representada por cantos trabajados de la pebble culture, que evoluciona hacia grandes útiles líticos tallados por las dos caras o bifaces. Otros yacimientos del Paleolítico Inferior destacados en la Península Ibérica son Torralba y Ambrona, un cazadero de elefantes en la provincia de Soria, y las terrazas de los ríos Manzanares y Tajo.


Principales yacimientos con fósiles humanos

En el Paleolítico Medio (de 120.000 a 40.000 años de antigüedad) apareció el Homo neanderthalensis. Su capacidad craneal es mayor, por lo que desarrolló un instrumental de piedra más variado (cuchillos, puntas de flecha, etc.). Eran también cazadores-recolectores pero con estrategias más avanzadas de caza que les permitían atrapar piezas mayores. También realizaba rituales funerarios de enterramiento. Se han hallado restos en Cantabria, Granada, Vizcaya, Girona o Gibraltar.

En el Paleolítico Superior (entre 40.000 y 5.500 años de antigüedad) llegaron a la Península Ibérica los primeros seres humanos iguales a los actuales (Homo sapiens). Su capacidad craneal era de 1400 cm3, perfeccionaron la industria lítica con piezas más pequeñas y afiladas. El número de yacimientos del Homo sapiens es muy abundante lo que indica un aumento considerable de la población debido a una dieta más diversificada que incluía además de la caza y la recolección, la pesca y el marisqueo. Se constituían en grupos nómadas que ocupaban alternativamente zonas de caza con asentamientos estacionales junto a ríos y cuevas. Los animales dominantes en esta economía depredadora eran grandes herbívoros adaptados al clima frío de la última glaciación: bisontes, renos y uros.
Realizaron las primeras expresiones artísticas, arte mobiliar y parietal. Destacando las pinturas rupestres del Cantábrico (las pinturas de las cuevas de El Castillo, Tito Bustillo y Altamira son las más destacadas). Las imágenes aparecen en lugares recónditos representando animales de especies diferentes (caballos, bisontes y ciervos, en su mayoría), sin componer escenas, sólo son figuras aisladas, a menudo superpuestas. Raramente aparecen imágenes humanas. Sorprende la representación naturalista de los animales, casi siempre en colores rojo y negro, aprovechando los entrantes y salientes de techos y paredes para dotar de volumen a las figuras, como en el caso de Altamira. Existen diferentes teorías para explicar el significado de estas obras, como que las imágenes eran símbolos que reflejaban su visión del mundo, pero la más difundida es la que considera estas obras como parte de un ritual mágico para propiciar la caza de los animales representados.

1.   NEOLÍTICO


Hacia el 9.000 a.C. finaliza la última glaciación y se inicia la fase climática actual. Los hielos permanentes se retiran hacia el norte y el Mediterráneo se vuelve más cálido y seco. En estos momentos y hasta el 6.000 a.C. surge el periodo denominado Epipaleolítico o Mesolítico, que se caracteriza por la pervivencia de la economía depredadora paleolítica, pero con una cierta presión demográfica al desaparecer los grandes herbívoros de clima frío. La forma de vida cazadora resulta cada vez más difícil para una población en aumento. Los objetos líticos sufren un proceso de microlitización con el fin de adaptarse a los nuevos recursos disponibles: caza menor, pesca…
Surge el Neolítico con el crecimiento de la población y la disminución de la caza, que obligan a pasar de una economía depredadora a una de producción, basada en la agricultura y la domesticación de animales y con ellas la tendencia a la sedentarización. Este proceso, denominado Revolución neolítica, se origina en el Próximo Oriente y desde allí se extiende por el Mediterráneo, llegando a la Península Ibérica hacia el 5.000 a.C. a las zonas del sur y del levante. Esta etapa supuso un cambio transcendental en las formas de vida de los seres humanos, ya que comenzaron a producir su propio alimento mediante la agricultura y la ganadería.
Estos cambios provocaron, a su vez, la aparición de actividades nuevas, como la elaboración de tejidos, la fabricación de cerámica, el pulimento de la piedra, el comercio, etc.
La necesidad de vivir junto a los cultivos hizo que disminuyeran los desplazamientos, lo que impulsó el sedentarismo y la aparición de poblados estables.
Se suceden las novedades técnicas, como el desarrollo de la pulimentación de la piedra y nuevos útiles líticos: azadas, hachas y molinos de mano. Pero sobre todo destaca la aparición de la cerámica a mano, esencial para el transporte, almacenaje y cocción de los alimentos.
Los grupos humanos se hicieron sedentarios, por lo que se agrupó en comunidades, que formaron poblados, dando lugar a las primeras ciudades, siendo Jericó la más antigua. La sedentarización y el control de los excedentes alimentarios hicieron que los grupos fueran adquiriendo una complejidad creciente, apareciendo la división social del trabajo (jefes, guerreros, agricultores) y diferencias de riqueza y poder.
En la Península, el Neolítico se suele dividir en dos etapas:
·         En el Neolítico inicial (5.000-3.500 a.C.) los asentamientos se realizaron en cuevas localizadas, fundamentalmente, en la costa mediterránea: Cova de l’Or (en la Comunidad Valenciana), Nerja (en Andalucía), etc. Se desarrolló la cultura de la cerámica cardial, que se caracteriza por su decoración impresa con conchas de berberecho (Cardium edule).
·         En una segunda fase, el Neolítico pleno (3.500-2.500 a.C.), surgieron verdaderos poblados situados en zonas más llanas y adecuadas para el cultivo. En el sureste peninsular se desarrolló la llamada cultura de Almería. Mientras que en Cataluña floreció la cultura de los sepulcros de fosa, caracterizada por la presencia de necrópolis.
El desarrollo de ritos funerarios se manifestó en la aparición del fenómeno conocido como megalitismo. Se trata de la difusión de diversos tipos de construcciones destinadas a enterramientos colectivos. En la Península predominan el dolmen, el sepulcro de corredor y el tholos.



Desde el Mesolítico hasta la Edad del Bronce, con un periodo de apogeo en el Neolítico, se desarrolla una nueva forma de decoración pictórica en las paredes de los abrigos rocosos, el arte rupestre levantino. Se caracteriza por la estilización y esquematización de las figuras, la presencia de representaciones humanas, el desarrollo de escenas caza, recolección, guerra o danza, la monocromía de las imágenes con colores como el rojo, el negro y el blanco y la aparición de animales pertenecientes a la fauna actual. Destacan las pinturas de los abrigos de Cogull, Valltorta y Alpera.

1.   LAS CULTURAS DE LOS METALES


El comienzo del trabajo con los metales marcó un importante hito tecnológico en las sociedades de aquel entonces. Esta etapa se ha dividido en tres edades, en función del metal predominante en cada una de ellas.
·         La Edad del Cobre o Calcolítico es la más antigua. En la Península comenzó en torno al 3.000 a.C. y finalizó hacia el 1.700 a.C. Proliferaron monumentos megalíticos y aparecieron poblados amurallados. Las culturas más importantes fueron la de Los Millares (en Almería) y la cultura del vaso campaniforme. En el poblado de Millares destacan las imponentes murallas y las obras de fortificación, así como las viviendas circulares y las tumbas colectivas de cámara y corredor de acceso, además del desarrollo de una agricultura avanzada mediante el regadío. También a este periodo corresponde la Cultura del Vaso Campaniforme, que recibe este nombre por el uso de recipientes cerámicos que tienen forma de campana invertida. Además de esta cerámica son característicos una serie de elementos metálicos que se repiten en los ajuares de las tumbas, como los puñales de lengüeta y puntas de tipo Palmella, que demuestran la existencia de unas élites sociales diferenciadas por su riqueza. Este tipo cerámico se difunde por toda Europa y en la Península destaca el yacimiento de Ciempozuelos en Madrid.
·         La Edad del Bronce se inició en la Península hacia el 1.700 a.C. y declinó hacia el 1.000 a.C. Los poblados se hicieron más grandes. Destacan las culturas de El Argar (en Almería); la de los campos de urnas (en el valle del Ebro, Cataluña y Comunidad Valenciana) y la megalítica de las Islas Baleares, con grandes obras ciclópeas como los talayots o torres defensivas, las taulas o altares de sacrificio y las navetas, edificios rectangulares que servían de enterramiento colectivo. La Cultura de El Argar se caracteriza por ser una sociedad dedicada a la agricultura y a la ganadería y en menor medida a la explotación del metal. Se acentúa la diferenciación social con las sociedades de jefatura, hecho que se refleja en la riqueza de los enterramientos. Se abandonan las tumbas colectivas y aparecen los sepulcros individuales en cista o caja de piedra y en tinaja.
·         La Edad del Hierro comenzó en la Península en torno al 1.000 a.C. En esta etapa se inició el periodo propiamente histórico de la mano de los celtas y de los primeros pueblos colonizadores: fenicios, griegos y cartagineses. En esta época conviven rasgos autóctonos de las culturas nativas con la influencia cultural exterior, que produce una diferenciación entre los pueblos mediterráneos, más avanzados, y las culturas del interior. La Edad del Hierro trae, además, una serie de novedades importantes como la introducción del uso del hierro, la utilización del torno de alfarero para la fabricación cerámica que produce la estandarización de las piezas, la aparición de los primeros textos escritos en lengua íbera, aún sin descifrar, que hacen que esta etapa se conozca también con el término de Protohistoria.

 EL ARTE RUPESTRE




Las primeras manifestaciones artísticas en la península ibérica tuvieron lugar en el Paleolítico superior (entre los años 40.000 y 10.000 a.C.) y se localizan en la zona de la cornisa cantábrica, por eso se conoce como arte rupestre cantábrico.
Destacan especialmente las pinturas halladas en las cuevas de Altamira y El Castillo (en Cantabria) y Tito Bustillo (en Asturias).
Estas pinturas, realizadas principalmente en cuevas profundas y oscuras, se han vinculado a motivaciones mágicas (favorecer la caza) o religiosas (cuevas-santuarios).
Los rasgos de estas pinturas son:
En cuanto al tema, predominan las figuras aisladas de animales, representadas con un acusado naturalismo. Aunque, también, aparecen signos abstractos y estampaciones de manos.
En cuanto a la técnica, se utilizan combinaciones de colores, es decir, la policromía.


Bisontes en la cueva de Altamira (Cantabria)


Más tarde, entre el Mesolítico o Epipaleolítico y los inicios del Neolítico (entre los años 7.000 y 4.000 a.C.), en la vertiente mediterránea se desarrolló el llamado arte rupestre levantino, con características propias y sin ninguna relación con el cantábrico.







Destacan las pinturas de las cuevas de Valltorta (en Castellón), El Cogul (en Lérida), Fuencaliente (Ciudad Real), Alpera (Albacete) o Villar del Humo (Cuenca). Estas pinturas, que se localizan en abrigos rocosos relativamente bien iluminados, presentan características muy diferentes a las de la zona cantábrica. En cuanto al tema, las figuras humanas asumen el protagonismo y se las representa formando escenas muy variadas: enfrentamientos armados, cacerías de diversos animales, recolección de miel, etc., con un claro sentido narrativo.

En cuanto a la técnica, las figuras tienen formas muy estilizadas, casi esquemáticas, y son prácticamente monocromas o combinan pocos colores, apenas el ocre y el negro.

Escena de El Cogull (Lérida) 

Pinturas rupesters en Fuencaliente (Ciudad Real)



BIBLIOGRAFÍA:
FERNÁNDEZ ROS, J.M., GONZÁLEZ SALCEDO, J., LEÓN NAVARRO, V., RAMÍREZ ALEDÓN, G. Historia de España 2º Bachillerato. Proyecto La Casa del Saber, Castilla-La Mancha. Santillana. Madrid, 2016.



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